29 sept 2012

A esa mayoría silenciosa

Yo también, como el presidente, quiero dirigirme a esa mayoría silenciosa. Yo quiero decirles que ya vale, que basta ya de quedarse en casa. Que cada día que pasa nos clavan más ese cuchillo que nos desangra y desangra y me da la sensación de que hay gente anémica sin fuerzas para luchar. O tal vez gente masoquista que piensa que es un mal menor porque sino estarían ya en coma. Pero es que ya estamos en coma. Ya está bien. Esta lucha es de todos, abarca desde la izquierda hasta la derecha. Aquí estamos luchando los de abajo por salir del yugo de los de arriba.  Basta ya de excusas, de divisiones, de vendas en los ojos. Basta ya de aguantar que nos despojen de todo aquello que hace que vivamos en una sociedad con justicia social, como son una educación, una sanidad y una cultura accesibles, una sociedad con unos derechos fundamentales garantizados.

Lo que está pasando es muy serio y está sucediendo tan deprisa para que no nos de tiempo a reaccionar. Una cosa tras la otra, semana a semana cada vez nos empobrecemos más, cada vez somos menos libres y vivimos en una sociedad más injusta.

Que se recorten partidas en educación es un ataque tan violento que hay que responder con contundencia. La violencia que está ejerciendo el Estado sobre sus ciudadanos sin su consentimiento democrático está siendo muy grande y a todas luces inaceptable. La violencia no es cuestión de un par de golpes como dice la canción, la violencia es también provocar la precarización del empleo, dejar sin subsidio a los más necesitados, negar el acceso a una educación pública universal y gratuita, privatizar la sanidad para que unos pocos hagan negocio con un derecho constitucional, bajar los sueldos reiteradamente a los empleados públicos, criminalizar nuestro derecho a protestar y manifestarnos y sabotear nuestra radio televisión pública convirtiéndola en una casa de pensamiento único al más rancio estilo del pasado. Violencia es que haya gente que día a día sea desahuciada mientras se da una cantidad ingente de dinero público a los bancos ejecutores. Violencia es que se apoye un proyecto de casinos y proxenetas con evasión de impuestos en el suelo de nuestro país. Violencia es obviar las alternativas de redistribución de la riqueza y cerrar los ojos a la evasión fiscal astronómica de las grandes empresas, cargando los ingresos del Estado a esa clase trabajadora ahogada que pierde poder adquisitivo a diario. Violencia es que Alemania nos forzase a incluir un techo de gasto público en la constitución, a través del cual se anteponen los mercados a las personas. Y violencia, o más bien terrorismo de estado es la desproporcionadísima actuación policía de, ayer en Madrid, anteayer en Barcelona o Valencia y el anterior en cualquier otra ciudad española con respuesta social en sus calles.

Se podrían seguir enumerando cientos de razones más. Creo que ya ha llegado ese momento en que nos está tocando a todos. Si no eres capaz de hacerlo por solidaridad con los demás, lucha aunque sea por ti.

1 comentario:

  1. Querida amiga:
    Es la primera vez que escribo algo en tu blog (fantástico por cierto) y me gustaría hacerlo expresando una idea que siempre llevo conmigo y me cuesta trabajo explicar. Quizás porque sólo en algunas ocasiones escucho, leo, o aprecio ésta sensación a mí alrededor.
    Me falta que se hable más de lo básico, de nuestra esencia como personas.
    Hablamos de los políticos como si fueran “entes” que han llegado de otro planeta (aunque por su comportamiento bien lo pareciera) y no dejan de ser personas. Personas como tú y como yo, que antes de ser políticos, un día fueron niños, adolescentes, el vecino del 5º… y que hoy en día se han convertido en una panda de indeseables que están destruyendo nuestro mundo.
    Día a día veo cosas maravillosas en algunas personas, buenos actos, buenas intenciones. Pero también demasiada miseria humana. Sólo en el trayecto de ir al trabajo en el coche a primera hora de la mañana ya se pueden apreciar: bocinazos sin sentido, bloqueos en las incorporaciones de otros coches sólo porque “yo tengo que pasar primero”… O que al salir de un lugar, el que quiera entrar, en lugar de dejar salir, te arrase…
    Ni qué decir de las barbaridades que hemos hecho con las prestaciones sociales, con las ayudas, echándole jeta y apuntándonos a pisos de protección oficinal para especular o incluso teniendo ya una propiedad… No señalando con el dedo a aquel los que se apuntaba al paro para disfrutar de un año sabático, o a los que se pegaban de baja semanas pero de copas no tenían problemas…Nos hemos dedicado a estafar a nuestro propio sistema y en lugar de denunciarlo, nos pavoneábamos. Estas mismas personas, podrían ser mañana nuestros políticos. A estas mismas personas, les das mañana tan sólo un poco de poder en un puesto de seguridad del metro de Madrid, y se ponen a dar palos al pueblo que lucha, como se ha podido ver en las imágenes del pasado 25S. Si ya pasan a ser presidentes, ni te cuento.
    Si queremos luchar por un sistema sin corrupción y por un futuro político que no nos destruya, empecemos por lo básico. Quizás ya no hay tiempo para cambiar a los que ya estamos. Pero podríamos intentar dar a nuestros hijos, al futuro que vendrá, una educación y valores que logren que esos “pequeños detalles” del día a día sean sonrisas, cariño y comprensión con el que nos rodea.

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