15 abr 2012

Compromisos políticos como contrato con el pueblo

Reformas y recortes en España (y Europa) o cómo hundir un país y cargarse la libertad y la democracia todo a una. Sólo hay que dar mayoría absoluta a un partido neoliberal (en lo económico, porque de liberal en lo social no tiene nada) y reaccionario como el PP. Gracias a todos los colaboradores en los votos, espero que muchos se estén llevando las manos a la cabeza y ahogando en sus lágrimas arrepentidas. Aunque sólo hasta cierto punto se puede echar la culpa a quien votó y creyó a un partido que prometió que sanidad, educación y pensiones eran intocables. La culpa es siempre del mentiroso, no del crédulo. Pero tampoco hace falta tanta cultura política como para conocer después de tantos años la ideología del PP. Era sólo cuestión de darles el poder y esperar... 100 días. Ni una legislatura, sólo 100 días.

Esto es lo que pasa cuando se tiene democracia pero sólo "en forma", y ni siquiera así. Hay una cuestión que me parece tan básica que no entiendo cómo no se habla más de esto: los ciudadanos elegimos al partido (que no a las listas, pero esto daría para otro debate) que nos va a REPRESENTAR (en España hay democracia representativa) en elecciones cada 4 años. Cada partido en campaña anuncia sus propuestas y medidas cuando llegue al poder. Hay un abanico de opciones e ideologías, y cada ciudadano deposita su confianza a quien crea conveniente. Los programas electorales de los partidos están escritos, así como hay una amplia hemeroteca de las entrevistas o declaraciones de los políticos durante la campaña.

En resumen, que la sociedad elige a un igual para que gobierne según su programa. Le contrata como un trabajador del Estado (funcionario) y éste tiene que corresponder con lealtad y buen hacer. El poder que se le otorga es enorme, pero no es su poder, es el poder soberano del pueblo canalizado a través de su cargo político. Por tanto, creo que sobra decir que el político tiene un deber para con el pueblo en base a lo que ha prometido hacer, que no es sino lo que el pueblo ha votado que se haga. Es más, se trata de un contrato en toda regla, puesto que es un trabajo para la sociedad según lo que ésta ha dictado. Y como se firma el cargo, y parece que no entienden que firmar el cargo supone firmar a lo que se han comprometido, se debería firmar también la propuesta por la que ha sido elegido. Ante notario. Es decir, los programas electorales deberían convertirse en algo contractual, un 'sine qua non'. Si se rompe el contrato, ¡a la calle! ¿O es que no trabajan para nosotros?

Es irrisorio el poco caso que se hace a las promesas electorales, quedan en lo anecdótico y en el mero eslogan populista. A partir del día que se asume el poder, se olvida a quién se debe ese cargo. Es la esencia misma de la democracia, si no no es el pueblo quien gobierna ni quien decide. Es evidente que a lo largo de 4 años puede haber situaciones excepcionales no previstas, pero se puede volver a consultar al pueblo las directrices a tomar en puntos clave. No pasa nada por profundizar en la democracia y aumentar la participación si se necesita o si las calles piden que haya un cambio de rumbo. Si la gente viera que realmente los votos sirven, todos estaríamos más involucrados y seríamos más ciudadanos.

Otra cosa es que no interese que se difunda la cultura política, el análisis y la profundidad de pensamiento ni se quiera empoderar demasiado al pueblo, porque no hay nada más peligroso que un pueblo consciente.

Nota: Recibí con alegría la noticia de en las andaluzas, IU registró ante notario su programa electoral. Ojalá el resto de partidos hicieran lo mismo, porque debería ser un mínimo, atreverse a cumplir sus compromisos con los ciudadanos.

1 abr 2012

Exabrupto post 29-M

La importancia de lo colectivo frente a lo individual, de lo que nos une frente a lo que nos separa. Tal vez el 29-M era el momento de dejar nuestras diferencias a un lado para sentir el respaldo y el calor de las miles de personas que salieron a la calle y no fueron, a modo de protesta, a sus puestos de trabajo.

No tenemos tantas armas. En realidad la lucha colectiva es la única que puede ser eficaz. Podrán hacernos creer que nosotros decidimos cuando vamos a votar pero no es muy difícil desmontarlo cuando en primer lugar, los resultados de las elecciones no recogen la voluntad popular de manera proporcional y en segundo lugar, las medidas que toma el partido que gobierna ni tan siquiera estaban recogidas en su programa electoral. Es más, meses antes sus representantes hacían declaraciones mostrando su contrariedad y rechazo al tipo de reformas que hoy se toman.

Pasamos de la indignación a la rabia, y no va a ser fácil contenernos.

Da verdadero pavor ver cómo el rumbo que nuestros países han tomado retrocede dos siglos, cómo florece y se asienta el pensamiento único, cómo se utiliza la palabra libertad únicamente para hablar de liberalizar mercados, para endiosar eso que llaman libre comercio. Y sin embargo al resto de las personas se les intenta cortar la libertad por todos los lados jugando con las palabras al hablar de orden, endurecimiento de penas por el llamado desorden público (no nos quieren ni ver en la calle), cuestionando el derecho a huelga, aprobando medidas contractuales de esclavitud y de las personas como mercancía, intentando colar leyes para el control de la libertad en internet y poniendo trabas a la participación de nuevos partidos políticos en nuestro sistema para-democrático. Mejor una alternancia para tenernos bien atados.

La lucha colectiva casi surge por sí sola como consecuencia de la información. No es fácil informarse en cuanto a que requiere un esfuerzo no compatible con la comodidad de mantener los ojos cerrados o no indagar más allá. Los medios mayoritarios que nos des-informan no son sino apéndices de grandes corporaciones ligadas en muchos casos a bancos o corporaciones financieras.

Sólo el saber nos hace libres, por eso el poder siempre se adueña de los medios de información. Y así, mientras sigamos pensando que somos libres, seguiremos sin darnos cuenta siendo esclavos.