22 jul 2012

Cuando vinieron a por mí...

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.


Cuando encarcelaron a los social-demócratas, guarde silencio, porque yo no era social-demócrata.


Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas no protesté, porque yo no era sindicalista.


Cuando vinieron a llevarse a los judíos no protesté, porque yo no era judío.


Cuando vinieron a por mí, ya no había nadie más que pudiera protestar.

Martin Niemöller

La vigencia de esta reflexión de tiempos del nazismo es aplastante en la actualidad.

Podemos no salir a protestar cuando dejan sin trabajo a compañeros porque yo conservo el mío, o cuando deshaucian a personas manteniendo su deuda porque yo no estoy hipotecado o puedo pagar con comodidad, o no protestar cuando se recorta la sanidad porque yo no estoy enfermo, o cuando se reducen las becas o se empobrece el sistema educativo porque yo ya tengo mi título bajo el brazo, o... tal vez para cuando salgamos a protestar ya no quede nada.

20 jul 2012

Sí se puede

Creo que esta vez sí, esta vez ya ha colmado la gota el vaso como para sentir que la calle está despierta. Podríamos ser muchos más, cierto, pero las cosas llevan su tiempo.

Escribo para todas esas personas que no están de acuerdo con lo que ven, que no apoyan las medidas del gobierno, pero que aún y todo se resignan. Son muchas las razones para reaccionar así, y muchas de ellas son la consecuencia de la estrategia del Gobierno. El bombardeo de noticias negativas y la repetición hasta la saciedad del "no podemos hacer otra cosa" nos llena de pesimismo, de angustia, y esto sumado a la creencia de que no podemos cambiar nada nos anestesia. Y nos resignamos. Y nos quedamos de brazos cruzados, atrincherados tras nuestras excusas, en estado depresivo. Y al fin y al cabo de esta manera por omisión dando la razón al gobierno o al menos dejándole hacer sin resistencia.

Ellos SABEN el poder que tenemos, y también saben que podemos usarlo. Por esta razón se está empezando a criminalizar la resistencia pacífica y se ha aumentado la represión policial en los últimos años a niveles que recuerdan a tiempos muy oscuros. Ahí está la primera prueba de que podemos hacer cosas. Y les da pavor.

La fuerza que reside en la lucha colectiva es enorme. Si un país se echa en masa a la calle, día tras día, el gobierno está condenado. Se genera un movimiento que no se puede frenar. Estamos en ese momento al que es tan difícil llegar. Esa cuerda tan fina de ruptura de la paz social que hay que tensar, porque estamos cerca y nos lo estamos jugando TODO. Todo lo que teníamos y lo que aún nos pueden quitar.

Tenemos ejemplos del poder de la resistencia pacífica de los ciudadanos. No hace falta irse al siglo pasado para probar cómo incluso se puede lograr la independencia de un país si millones de personas se movilizan a la vez. Es el caso de la India de Gandhi. Pero hay ejemplos mucho más cercanos. Los islandeses han conseguido en los últimos años protestando y metiendo ruido en la calle la caída del gobierno, convocar nuevas elecciones, reescribir su constitución, no pagar la deuda, juzgar y procesar a los políticos y banqueros responsables de la crisis...Y por supuesto está Túnez, que recientemente tumbó al dictador tras un mes de protestas masivas. Consiguieron que la policía y el ejército estuviera de su parte y se negaran a reprimirles lo cual fue decisivo para su victoria.

Creo que si perseveramos, en España podemos estar cerca de conseguir cosas. La policía y los militares también empiezan a revelarse y esto lo veo como un punto clave. Si no consiguen reprimirnos están perdidos.

Muchos españoles emigrados vemos con esperanza y apoyamos el movimiento de España solidariamente frente a la embajada, protestando al son de los cientos de miles de españoles que lo hacen en sus ciudades. Sal a la calle. Participa en las asambleas, habla, comparte. El calor del pensamiento compartido y la lucha colectiva inspira, reconforta, se contagia, te hace sentir que no estás solo. No hay nada que perder y tenemos todo que ganar. Cuando sientes el respaldo físico de tanta gente al rededor te sale esa energía marchita que está estanca cuando te deprimes anestesiado en el sillón de tu casa.

Creo que podemos. Hay demasiado en juego para ni siquiera intentarlo. Lo único que con certeza sabemos que no sirve de nada es no hacer nada.